Hoy resulta una verdad incuestionable que las características emocionales de un adulto dependen en gran medida de lo que le haya sucedido en sus primeros años de vida. Y es cierto, así lo confirman gran cantidad de investigaciones en áreas como la psicología evolutiva, la observación psicoanalítica de bebés, e incluso las neurociencias.
Los seres humanos nacen con una predisposición genética, pero esta es modificada por las experiencias de vida. Fíjense que ya durante el embarazo se inicia el aprendizaje. Los bebés no sólo reconocen determinadas voces como la de los padres sino que después de nacer muestran una clara preferencia por la música que percibieron mientras estaban en el útero.
A pesar de que el recién nacido regula espontáneamente su respiración, sus latidos cardiacos o su temperatura, está indefenso frente a sus emociones. Necesita de su madre o de quien lo cuide, no sólo para que lo calmen sino también para que comprendan lo que siente. Eso le permitirá en el futuro aprender a reconocer sus propios sentimientos y necesidades. Esa particular indefensión original lo obliga para sobrevivir a estar en contacto con otro adulto desde el comienzo mismo de su vida. Ese adulto que necesariamente forma parte de una comunidad va a acercar al bebe elementos propios de esa cultura de modo tal que lo hereditario se interrelaciona desde el primer momento con lo cultural. Esta interacción se convertirá en un elemento decisivo para la personalidad futura del niño.
A partir de la infancia intentará conjugar los conflictos que se le plantean entre sus deseos personales y los valores sociales aceptables.
Un bebé necesita experimentar algo pocas veces para inaugurar un registro mental y cerebral que volverá a emerger en el futuro ante circunstancias similares. El decodificador va tomando esas huellas de experiencia. Así se van formando en el decodificador esquemas y modelos operativos que se construyen en parte por la experiencia real y en gran medida por la interpretación que de ellos se haga. Los padres tienen su propio estilo emocional. Algunos por ejemplo censuran la tristeza pero permiten el enojo; otros valoran el esfuerzo pero no la queja... más adelante estos registros del niño servirán de base para su relación emocional con el mundo.

Diversas investigaciones subrayan la importancia de regular de manera adecuada la propia vida emocional, cuyo origen se encuentra en la temprana infancia, se consolida en la niñez y luego se cristaliza en la adultez de manera automática e inconsciente. Quienes tuvieron un aprendizaje emocional inadecuado deben saber que pueden modificarlo a través de psicointegración, que es un valioso recurso que les permitirá entender sus pautas de funcionamiento y reemplazarlas por otras pautas nuevas y mucho más saludables.
Psicointegración
(técnica para integrar la mente)
LOS ROLES Cuando la mente no está integrada, los diversos yoes se turnan en el mando y el Yo Central deja de ser el amo para convertirse en un esclavo.
La palabra trans significa "después de", tanto en el espacio como en el tiempo.
Transpersonal observa a la persona después de haber actuado, pues el estudio se basa en la experiencia.
El término "transpersonal" fue adoptado para referirse a personas que extienden su identidad más allá de la individualidad y de la personalidad.
Transpersonal indaga sobre la naturaleza esencial del Ser.
¿Qué es ser transpersonal?
Trascender más allá de la persona. Y solo se trasciende integrando el ego . Eso se logra con Psicointegración.
Maestro y alumno se representan con el diagrama del Yin y el Yang, donde la verdad tiene una dosis de error y el error posee una dosis de verdad.
La verdad es Sabiduría. El error es ignorancia. ¿Cuál es el error en la verdad? Tratar de imponer el Conocimiento. ¿Cuál es la verdad en el error? Resistirse a la imposición, porque el maestro impone por ego y al darse cuenta de la resistencia del otro, aprende de esa manera que no transita el sendero correcto.
El dar para hacernos querer es depender de nuestro ego.
El dar para sentirnos bien es parte de ego y parte de espíritu.
El dar sin comprometer la emoción, es acción del espíritu.
El dar comprometiendo la emoción es equilibrar nuestro interior, integrando ego y espíritu.
Te dicen algo que no te agrada, una frase que no te gusta. Hay algo dentro tuyo que se subleva. También hay otro Yo, quizás más profundo, que se enoja con el primero porque éste se sublevó de su estado de armonía. Pero "el segundo Yo", queriendo corregir al primero, también sale de su paz interior.
Obviamente, ese primer Yo se encuentra invadido por el ego y está en una etapa de aprendizaje. Pero el otro Yo, algo más sabio, también pierde el control por los impulsos emocionales del primero. Sucede que ese Yo, maestro del primero, también está en una etapa de aprendizaje. O sea que, a su vez, es alumno de otro Yo más interno.
Vencer el ego no significa tomar partido por ese tercer Yo y dejar de lado los dos primeros, buscando que éstos se desintegren. ¿Por qué? Porque tomar partido es, de alguna manera, partir algo. E intentar desintegrar los "yoes" afectados es ser discriminatorio con parte de nosotros mismos.
Si tomamos partido por determinada postura, automáticamente dejamos afuera a las otras. Si tratamos de integrar todas las tendencias. lograremos el equilibrio.
Lo acertado sería no tomar partido por ninguna postura interna, por más elevada que sea, pues eso llevaría a una disgregación de nuestro estado inconsciente, logrando enfrentamientos entre los diversos "yoes" y provocando, sin querer, una personalidad cambiante e insegura. Al no tomar una postura determinada, no hay desintegración de los "yoes", pues "nada se parte". Entonces, se avanza al segundo paso, que es buscar la integración de las distintas tendencias, unificándolas en la más elevada. Por ende, el ego no se destruye ni tampoco se lo relega a un estado vegetativo, sino que se le da el rol que le corresponde, que es apuntalar la autoestima. De ahí surge una persona segura y, al ser segura, puede ser tolerante. Al ser tolerante, aprende a no perder el control por ninguna agresión verbal externa.
Esa postura de tolerancia, sin protagonismo, es la base de la Psicointegración.
La Psicología original se remonta a la antigüedad clásica y explicaba la actividad del ser humano a través de su alma racional.
En la segunda mitad del siglo XIX, la Psicología se independizó de la filosofía y se eliminó toda vinculación con la metafísica. Se limitó al estudio de la conducta observable, profundizando el análisis.
El cometido de la Psicología es tratar de resolver los conflictos internos del ser humano para lograr su bienestar.
Psicointegración avanza un paso más allá, pues busca que el Ser se encuentre consigo mismo y logre un equilibrio, para así darse cuenta que el verdadero bienestar es empatizar con el otro, logrando canalizar correctamente sus emociones más profundas.
La emoción, sin equilibrio, puede ser perniciosa. Una emoción introvertida provoca rencores, odios y también traumas en la persona que la sufre.
Una emoción extrovertida puede desembocar en todo tipo de agresiones hacia quien, creemos, nos agrede a nosotros.
No sería positivo despojarnos de toda emoción, porque dejaríamos de involucrarnos con nuestro entorno. Nuestro ego crecería en forma desmesurada al no canalizarlo en ningún sentido.
Por otra parte, una emoción no contenida nos transformaría en individuos totalmente impulsivos.
Es necesaria una contención analítica para las emociones descontroladas. También es imprescindible una sensibilidad de conciencia para aquellas personas que creen que, dominando las emociones, son menos vulnerables y terminan siendo insensibles con el sufrimiento ajeno.
Una emoción equilibrada es la base para que la persona tenga el control de sus impulsos y así, pueda dar y recibir amor.
El ser humano tiene varias facetas o distintos "yoes". Puede estar triste, melancólico o depresivo. Lo importante es que no identifique ese estado con una totalidad. Por ejemplo: -"Hoy es un día triste, estoy totalmente bajoneada, no soporto mi estado general, etc." Nadie está "totalmente bajoneada", es el ego de esa persona que se identifica con un rol. El ego está triste, el ego está melancólico, el ego está "bajoneado".
Son roles de la persona, no es la persona en su totalidad. Esa persona puede tener proyectos, planes o ideas que quizás cambien parte de su estado anímico. Y si los roles del ego se "acostumbran" a hacer de víctima, hay que tener en cuenta que también una palabra de aliento, una ayuda espiritual o una grata compañía pueden aliviar la depresión y, de a poco, transformarla en euforia.
Se puede evitar que el ego se identifique con un rol determinado y es "desidentificándonos".
Irónicamente, es el mismo ego el que impide que el ser humano pueda llegar a despersonalizarse, pues está permanentemente en "la periferia" del campo de la consciencia y tiene el control del sujeto.
Un ejemplo muy visto se da en personas con una autoestima tan deteriorada que viven necesitando de la atención de los otros y su ego transforma a esas personas en seres totalmente absorbentes y manipuladores. Viven como algo natural protagonizar roles de víctima y transferir culpas, y no se dan cuenta el rechazo que causan en los otros, pues su ego les obnubila el discernimiento.
Psicointegración es un camino tan sencillo que es obvio. Significa integrar todos los roles, todos los yoes. Los seres humanos tiene distintos yoes, esos yoes hacen que la persona tenga cambios en su conducta: sea informal, con personalidades erráticas. Porque cada Yo quiere ser el protagonista y desea sobresalir opacando a los otros yoes. Mas no se da cuanta que los demás yoes piensan de la misma manera.
Hay un Yo Central, desprovisto de ego , que tiene todo el discernimiento y es el canal que comunica con el Yo Superior, aclarando que el Yo Superior es el 90 % de nuestro espíritu, que está en el plano correspondiente. Cuando el espíritu está desencarnado el Yo Central y el Yo Superior son la misma cosa.
En los espíritus del Error, ese Yo Superior no tiene sus roles protagónicos integrados y, por lo tanto, aunque el Yo Central del sujeto encarnado se comunique, la guía que reciba no será valiosa. Por el contrario, exacerbará más el personaje actuado de los distintos yoes.
El ego posee muchos roles: uno de los más perniciosos es la soberbia. No se puede tener soberbia si no se tiene ego . No se puede ser susceptible si no se posee ego . Ese lastre hace que la persona se ofenda, monte en cólera, se sumerja en un mar de dudas, etc.
Integrar el ego es un triunfo del espíritu. La persona que no protagoniza no es prejuiciosa, no da cabida a la ofensa, no trata de manipular a otros. El ser humano que no personifica no va a dar lugar al ego centrismo.
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